Bitácora del confinamiento

Bitácora del confinamiento#

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4 de junio, 2020

Más que cualquier otra cosa, la receta para las protestas sobre Giovanni, platillo al cual denominaremos ‘Catársis’, es la siguiente: una buena dosis de monkey see, monkey do (o de neuronas especulares, como alternativa para los veganos), 300 gramos de crisis económica, varias rodajas de «llevo tres meses encerrado», una necesidad de pertenencia como aderezo al gusto y una ensalada de populismo como acompañamiento.


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20 de diciembre, 2020

Que el ave de Minerva sólo emprenda el vuelo llegado el crepúsculo es una manera romántica y eufemística de decir que el filósofo no sirve para nada, salvo para —como el Capitán A posteriori— coleccionar datos, agregarles una cita de Platón y criticar con indignación los errores del pasado. Lo que los filósofos han escrito sobre el coronavirus en este último año no ha sido sólo el reflejo de lo que para ellos implica desobedecer esa máxima, sino también el perfecto monumento a su ocupación, la de escribir acerca de todo sin enterarse de absolutamente nada. El coronavirus los ha doblegado y degradado por completo, pero ojalá también los aleccione sobre un principio fundamental del entendimiento: que su verdadero alcance se mide con predicciones, no con narraciones ni con retrospecciones.


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30 de diciembre, 2020

La nostalgia es perversa porque, a fuerza de romantizar el pasado nada más, los ha convencido de que es buena idea volver con sus lamentables exparejas, de que los gobiernos pretéritos fueron más justos, de que era agradable ir al trabajo como sardinas en el transporte público y de que salir a sentarse en una banca con gente ordinaria y tediosa era motivo de felicidad. Hay que serenarnos un poco, por favor.


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Un tuit de Juan Horacio de Freitas que resume bastante bien mis reflexiones durante la pandemia del coronavirus

«En lo que llevo de vida nunca vi un desenmascarador de idiotez y mezquindad tan efectivo y masivo como la presente pandemia. Por si quieren verle algo bueno a esta desgracia».


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13 de junio, 2020. A propósito de una publicación en Facebook que luego fue eliminada por su autora

\(1\). La semplicità è la suprema sofisticazione. El exabrupto de esta damisela es un simple non sequitur, puesto que de la premisa de que los modelos de predicción de contagios sean complejos, deduce la conclusión de que son verdaderos. Además, por reducción al absurdo, es fácil advertir que el hecho de que un modelo matemático aspire a la complejidad del fenómeno o sistema mismo que intenta modelar es ridículo e indeseable, puesto que o bien terminaríamos como el cartógrafo de Borges, o bien terminaríamos como Neil Ferguson y su grotescamente absurdo modelo de predicción de muertes por coronavirus, que al final resultó —además de erróneo y defectuoso— ser tan complejo que es humanamente imposible comprenderlo.

\(2\). Su exabrupto termina con otro non sequitur —uno insignificante pero igual de reprobable—, ese de que toda carrera donde no se estudien modelos matemáticos es mediocre. No hace falta comentar nada, solo quería señalar esa tontería.

\(3\). A pesar de todo, el hecho de no saber cálculo estocástico, ni epidemiología, ni probabilidad avanzada, no le impide a nadie sospechar de alguien que —en nombre de la ciencia— constantemente hace predicciones que no se cumplen (y no solo que no se cumplen, sino que al final resultan totalmente alejadas de la realidad). Además, hace falta ingenuidad para obviar que López-Gatell es, por lo menos de facto, un político (o mejor, una marioneta política lista para ser sacrificada) y no un científico, por lo que su credibilidad es enteramente cuestionable.

\(4\). Por último, volviendo a la verdadera materia de la discusión y al punto que realmente quiero comunicar, sospecho que se estará pensando en que el modelo mismo anticipa que solo se trata de estimaciones y que siempre se pueden hacer ajustes. Bien, pues entonces yo les diré —con Luboš Motl— que, incluso considerando eso, los modelos de simulación de fenómenos complejos no deberían influenciar nuestras expectativas en lo absoluto. Estos modelos no tienen nada que ver con la ciencia. Si el fenómeno modelado es lo suficientemente complejo, el modelo no sirve para nada. Si un solo parámetro es desconocido o seriamente incorrecto (y los propios hacedores del modelo del que hablamos dicen que desconocen varios, como es natural), todo el modelo se convierte en un gran estercolero desconfiable. La incertidumbre, mitigación de riesgos y toma de decisiones ante fenómenos complejos como este no se deben abordar con base en predicciones grandilocuentes[1]. Ya es tarde para hablar de soluciones [relativas a la pandemia]; quedémonos con que lo realmente estúpido es saber calcular derivadas[2] pero utilizarlas para determinar si virgo es compatible con acuario. Ya estamos grandecitos para el martillo de oro, ¿no?[3]